El Ejecutivo propone gravar las bebidas azucaradas como una estrategia de prevención de enfermedades
28 noviembre 2017
Impuestos
Salud. El Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso un proyecto de Reforma Tributaria que incluye un incremento en los impuestos sobre las bebidas azucaradas. La alícuota para estas bebidas se incrementarán del 8 por ciento actual al 17 por ciento. Al mismo tiempo, el flamante ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, indicó que uno de los pilares de su gestión será la prevención de enfermedades crónicas. Estimó que una alimentación no cuidada puede tener repercusiones en obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer. En ese marco, anticipó que estudian medidas sanitarias combinando el aumento de impuestos a las bebidas azucaradas y un esquema de rotulado frontal. También hizo foco en abordar entornos saludables, publicidad y marketing. 
 
A tres días de haber asumido en su puesto, el nuevo titular de la cartera de Salud destacó que la idea de gravar las bebidas gaseosas está vinculada a una política sanitaria que apunta a prevenir enfermedades crónicas. Señaló la necesidad de abordar el tema desde una arista sanitaria y comparó la problemática nutricional con el consumo del tabaco.

Al respecto, en línea con las recomendaciones de la OPS, Rubinstein resaltó que Argentina tiene “el mayor consumo de bebidas azucaradas per cápita del mundo”. Consideró que si se encarecen esos productos por la vía fiscal su ingesta se verá reducido. Calcula que si estas bebidas aumentan un 10 por ciento su consumo mermará entre 10 y 12 puntos.
También evaluó la posibilidad de un impuesto en función de la concentración de azúcar por litro. “Cuánto más azúcar tiene la bebida, más impuesto paga. Desde el punto de vista sanitario es más efectivo, pero hay que empezar de alguna manera. Y es una excelente medida, un camino que comienza”, señaló.
Por otra parte, reconoció que no se puede abordar la problemática solo desde la arista tributaria. Indicó que “hay que trabajar en el etiquetado frontal con advertencias sanitarias”, en las que se pondere el nivel de componentes críticos (grasa, sodio y calorías). En esa línea, reconoció como “exitoso” el modelo chileno. “Da señales muy fuertes al consumidor y también a la industria para reformular sus alimentos. Ya lo estamos discutiendo con muchos sectores y a nivel del Mercosur”.
 
Por último, enfatizó en promover los entornos escolares saludables y transformar los ambientes obesogénicos. 
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